Después de un tiempo pude largar el llanto que tenía clavado en mi garganta. Desahogar el vacío que siento cada segundo, desde que despierto, no es fácil. Convive con mi ser día a día.
Creo verte todo el tiempo o es el deseo de eso mismo lo que me hace alucinar con tu presencia. Te encuentro en cada lugar y quiero correr a volcar mis vivencias con vos.
Pero ese vacío sigue insistiendo y parece no llenarse nunca. La paciencia se me termina y la última gota rebalsa en mi para que mis ojos se empañen con esa angustia compañera.
Quiero convencerme de que no te extraño ni te necesito pero es en vano. Tengo en mi mente tus palabras remarcando lo que te doy y lo que te hace bien, será de lo poco que me hace marchar por este camino de espinas.
El día que deseo se acerca y aunque temo no encontrarte allí la ilusión está intacta.
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